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26 de julio de 2022La epicondilitis, también conocida como codo de tenista, se trata de una tendinitis en el antebrazo, consecuencia de una sobrecarga en la zona de unión de los músculos extensores con el epicóndilo causado por el sobreuso en actividades que requieren movimientos repetitivos.
Esto sucede en deportes de raqueta, el golf y otras profesiones como pintores, carpinteros o personal de enfermería, cocina o peluquería que desarrollan actividades de menor intensidad pero en mucho mayor número de repeticiones.
Además, la mayor parte de pacientes afectados tienen entre 30 y 50 años
Síntomas de la Epicondilitis
– El síntoma principal es el dolor en la parte exterior del codo con irradiación hacia el antebrazo. Los síntomas se desarrollan gradualmente.
– Al principio, el dolor es mecánico, es decir, aparece solo con los ejercicios repetitivos del codo. Con el tiempo, el dolor pasa a ser crónico apareciendo incluso en reposo, agudizándose con los esfuerzos.
– Con frecuencia aparece debilidad con sensación de pérdida de fuerza en la mano y dificultad para coger y cargar objetos.
Diagnostico
El diagnóstico se basa en la historia clínica y el examen físico, no siendo necesarias pruebas complementarias. El especialista médico considerará factores importantes como, por ejemplo, factores de riesgo ocupacionales o práctica de deportes (tenis, padel, pesca…).
Durante la exploración, el especialista realizará una serie de maniobras para determinar con precisión el diagnóstico.
También se debe examinar la fuerza comparándola con la extremidad contralateral para comparar si está disminuida.
Es importante, además, incluir el examen de la columna cervical y del hombro ya que algunos procesos localizados a estos niveles pueden producir dolor en el codo.
Tratamientos
– Las Infiltraciones con Corticoide son una opción para tratar la epicondilitis cuando existe mucho dolor, pero no deben repetirse si no tienen efecto y nunca más de tres veces.
– Las Inyecciones con Plasma Rico en Plaquetas (PRP) pueden favorecer la regeneración de la zona, y existen estudios que demuestran mejores resultados a largo plazo que con los corticoides.
– Además, los tratamientos anteriores pueden combinarse con Ondas de Choque sobre todo en los casos de muchos meses de evolución.
– La Cirugía por su parte, sólo es necesaria en menos del 10% de los casos, solamente cuando todo lo anterior ha fracasado. Se puede realizar con una pequeña incisión, por artroscopia o por cirugía guiada por eco, sin incisiones.
Recuperación
El tratamiento inicial debe ser conservador con el objetivo de, además de reducir el dolor, prevenir la discapacidad mediante la restauración de la función previa.
Por tanto, debemos guardar reposo durante los primeros días de la fase aguda. Posteriormente se debe iniciar cuanto antes un programa diario de ejercicios de fisioterapia que incluya ejercicios de estiramiento de la musculatura extensora y, en una segunda fase, cuando haya disminuido el dolor, ejercicios de fortalecimiento.
Además, debemos educar al paciente explicando sobre la patología, la higiene postural y las actividades a evitar para perpetuar o agravar el proceso como las laborales, domésticas o deportivas mientras exista un dolor agudo y discapacidad.
Una vez haya desaparecido el dolor agudo se puede volver a la actividad normal utilizando una banda preventiva de epicondilitis además de insistir en la fisioterapia.
Es importante acudir frente a estos síntomas al traumatólogo para que éste pueda determinar qué tipo de patologías existen y poder ofrecer el tratamiento más adecuado.