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Su funcionamiento en reposo o frecuencia cardíaca normal, realizando actividades habituales que no requieran gran esfuerzo físico, es de entre 60 y 80 latidos por minuto por lo general. Cuando se superan las 100 pulsaciones por minuto, cualquier alteración del ritmo cardíaco recibe el nombre genérico de arritmia
Las extrasístoles auriculares y ventriculares
Sin embargo, a veces, el corazón comete “pequeñas transgresiones” o “brincos”, a veces como sensación de “vacío” o de “paro cardíaco” que puede que nos alarmen si juzgamos o interpretamos sin conocimientos médicos qué puede significar.
Estas sensaciones se tratan de extrasístoles auriculares o ventriculares y que, aunque las podamos percibir como algo muy incómodo y preocupante, si asientan sobre un corazón sano carecen de relevancia clínica. En estos casos conviene distinguir lo que es grave de lo banal.
Las extrasístoles son contracciones cardiacas prematuras, es decir, latidos que se adelantan; un impulso eléctrico independiente del ritmo normal del corazón. Así que ese “paro” del corazón que podemos sentir se corresponde a la pausa habitual que se produce inmediatamente después de la extrasístole como la forma natural que tiene nuestro corazón de compensar el adelantamiento del latido.
Prácticamente todas las personas presentamos extrasístoles en algún momento de nuestra vida, incluso en mayor o menor medida a lo largo del día, pero la mayoría de ellas son asintomáticas y pasan absolutamente desapercibidas.
Sólo los niños suelen presentar un registro del ritmo cardiaco sin ninguna extrasístole en todo el día. Además, cuando son identificadas en la consulta médica, en su mayoría son benignas y no producen complicaciones. Únicamente en personas con enfermedad cardiaca de base éste fenómeno debe ser examinado más exhaustivamente por las complicaciones que pueda conllevar y, en los casos que valore el médico como pertinentes, se prescribirá el tratamiento adecuado.
¿Qué personas son más proclives a padecerlas?
Pese a que pueden presentarse en cualquier etapa de la vida, hay que tener en cuenta que la incidencia y frecuencia de extrasístoles ventriculares aumenta con la edad.
Se ha demostrado que las extrasístoles ventriculares son más frecuentes en los pacientes con Hipertensión Arterial y se ha asociado el aumento de la presión arterial sistólica con el aumento de las extrasístoles ventriculares.
Algunas investigaciones han demostrado que ciertos hábitos de consumo de café pueden aumentar la frecuencia de las extrasístoles ventriculares. Otras causas que aumentan la actividad de nuestro sistema simpático como el consumo de sustancias estimulantes o la exposición prolongada a factores que nos generen estrés emocional o tensión física, así como trastornos metabólicos como el hipertiroidismo son factores que pueden favorecer la aparición de extrasístoles.
El ejercicio físico en personas con otro tipo de anomalías cardiacas puede generar extrasístoles ventriculares, algo que quizás conlleve complicaciones. Sin embargo, salvo en esos casos, las extrasístoles no son provocadas por el ejercicio o que no aumentan en frecuencia mientras se realiza éste, se han considerado como benignas.
En conclusión, la importancia de las extrasístoles ventriculares depende de la presencia o ausencia de enfermedad cardiaca subyacente.
Si tras reconocimientos o pruebas médicas se determina que la persona goza de un corazón sano, se puede hacer una vida normal pese a experimentar los síntomas, ya que se consideran benignas y, por lo general, no tienen impacto sobre la longevidad o en la limitación de la actividad física.