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1 de septiembre de 2015BLOG. El reciente caso del niño de Olot que enfermó de difteria al no estar vacunado ha reabierto el debate de los padres que rechazan prevenir determinadas enfermedades en los pequeños por ser contrarios a las vacunas. La Sociedad Española de Inmunología ha elaborado un completo decálogo que rebate falsas creencias de aquellos que abogan por no vacunar a sus hijos.
1. Las mejoras higiénicas y sanitarias NO harán desaparecer las enfermedades infecciosas; las vacunas son necesarias.
Las enfermedades contra las que hay vacunas volverán otra vez si se suspenden los programas de vacunación. Mientras que una mejor higiene, el lavado de manos y la higienización del agua nos ayudan a protegernos de las enfermedades infecciosas, muchos microorganismos se propagan independientemente del nivel de limpieza. Si el conjunto de la población no se vacuna, enfermedades que hoy día son extremadamente raras, como la polio y el sarampión, reaparecerán rápidamente.
2. Las vacunas NO presentan efectos adversos y efectos secundarios a largo plazo que puedan causar incluso la muerte.
Las vacunas son muy seguras. La mayoría de las reacciones post-vacunación son de poca importancia y pasajeras, como hinchazón en el punto de inyección y febrícula. Los efectos secundarios graves son extremadamente raros, pero si ocurren se investigan. Es con diferencia mucho más probable que se produzcan efectos graves tras padecer una enfermedad prevenible con vacunación, que tras ser vacunado.
3. La vacuna combinada contra la difteria, tétanos y tosferina, y la vacuna contra la poliomielitis NO causan síndrome de la muerte súbita del lactante.
No hay relación causal entra la administración de las vacunas y la muerte súbita infantil. Sin embargo, estas vacunas se administran en un periodo en el que los niños pueden sufrir este síndrome. En otras palabras, el síndrome de muerte súbita del lactante y la vacunación son coincidentes en el tiempo. Es importante señalar que estas cuatro enfermedades pueden ser mortales y que los niños no vacunados frente a las mismas están expuestos a un riesgo serio de muerte o enfermedad grave.
4. SI hay que vacunarse aunque las enfermedades prevenibles por vacunación estén erradicadas en nuestro país.
Aunque se haya conseguido que haya enfermedades poco frecuentes en países con programas de vacunación, los agentes infecciosos que las producen continúan circulando en diversas partes del mundo. En un mundo globalizado, estos microorganismos pueden atravesar fronteras e infectar a cualquiera que no esté protegido. Si las tasas globales de vacunación en un país se reducen, se propagarán fácilmente los casos «importados» de enfermedades fácilmente prevenibles.
5. Las infecciones infantiles prevenibles SI deben ser vacunadas.
Esas enfermedades no han de aceptarse como «cosas de la vida». El sarampión, las paperas y la rubéola son graves y pueden causar complicaciones importantes en niños y adultos, incluyendo neumonía, encefalitis, ceguera, diarrea, infecciones del oído, síndrome de rubéola congénita y muerte. Todo este sufrimiento se puede prevenir con la vacunación. La falta de vacunación contra estos agentes hacen a los niños innecesariamente vulnerables.
6. La administración a un niño de más de una vacuna de forma simultánea NO aumenta el riesgo de efectos secundarios NI sobrecarga su sistema inmunitario.
La evidencia científica demuestra que la administración de varias vacunas al mismo tiempo no tiene efectos negativos sobre el sistema inmunitario de un niño. Cada día, los niños están expuestos a cientos de agentes externos que estimulan su sistema inmunitario. Un acto tan simple como comer introduce nuevos antígenos (cualquier sustancia reconocida por el sistema inmunitario), de la dieta en el organismo, al tiempo que numerosas bacterias viven en la nariz y en la boca. Un niño se expone, con diferencia, a muchos más antígenos cuando sufre un resfriado común o una infección de garganta que cuando se vacuna. Administrar varias vacunas al mismo tiempo tiene varias ventajas, como disminuir las visitas al médico (lo que ahorra tiempo y dinero) y causar menos molestias al niño (con lo que es más probable que se cumpla el calendario vacunal completo).
7. SI hay que vacunarse contra la gripe
La gripe es mucho más que una molestia. Es una enfermedad seria que mata entre 300.000 y 500.000 personas cada año. Las embarazadas, los niños, los ancianos y los pacientes con patologías crónicas como asma y enfermedades cardiacas tienen un riesgo mayor de enfermedad grave y muerte. La vacunación de las embarazadas tiene la ventaja adicional de proteger al recién nacido. La vacunación ofrece inmunidad frente a tres de las cepas más prevalentes cada estación. Es el mejor modo de reducir la probabilidad de padecer una gripe grave o de contagiar a otros.
8. NO es mejor inmunizarse padeciendo la enfermedad que mediante la vacunación.
Las vacunas interactúan con el sistema inmunitario para producir una respuesta similar a la producida por la infección natural, pero no causan la enfermedad ni exponen a la persona inmunizada al riesgo de potenciales complicaciones. Por el contrario, el precio a pagar por inmunizarse frente a determinados agentes de un modo natural puede ser alto. Por ejemplo, retraso mental producido por la infección por Haemophilus influenzae tipo b (Hib), defectos congénitos por rubéola, cáncer de hígado por hepatitis B o muerte por sarampión.
9. Las vacunas NO contienen mercurio peligroso.
El tiomersal es un compuesto orgánico que contiene mercurio y que se añade a algunas vacunas como conservante. Es el más ampliamente utilizado para las vacunas que se proporcionan en viales de dosis múltiples. No hay evidencia que sugiera que la cantidad usada en las vacunas tenga ningún riesgo. Además, en la actualidad ninguna vacuna registrada en España contiene tiomersal.
10. Las vacunas NO causan autismo.
En 1998 apareció un estudio que causó gran preocupación y que señalaba una posible relación entre la vacuna triple vírica (sarampión, paperas, rubéola) y el autismo. Posteriormente, se concluyó que el estudio era erróneo y la revista que lo publicó lo retiró (el mismo autor reconoció que era un engaño). Por desgracia, su publicación causó tal pánico que hizo caer las tasas de vacunación, y como consecuencia aparecieron nuevos brotes de enfermedad. No hay ninguna evidencia de una relación entre la vacuna triple vírica y el autismo o los desórdenes del espectro autista.